Como es de imaginar, si aquella vez salimos contentos, esta vez no esperabamos menos. Y sin lugar a ninguna duda, fue sublime.
La que escribe este blog no es muy dada a dorar la píldora a nadie, no soy muy de ídolos por tanto, no voy a ser yo quien venga a hablar maravillas de Eneko. No lo necesita. Su mesa y su trayectoria hablan por él.
Esta vez, tampoco os voy a relatar cada uno de los platos que degustamos, no quise llevar el cuaderno y el boli para anotar todas las sensaciones, simplemente quise disfrutar. Eso sí, alguna foto de recuerdo sí que nos llevamos.
Así que, en este post sólo mostraros lo que pudimos disfrutar y deciros, que en mi humilde opinión, uno no se puede ir a la tumba sin haber pasado por el Azurmendi. Una brillantísima forma de evolución de nuestra cocina de toda la vida.
Zorionak Eneko Atxa Azurmendi jauna eta eskerrik asko. Zalantzarik gabe, bueltan izango gaituzu.